Los cambios que se producen en la piel a medida que envejecemos producen el deterioro progresivo de su función, pues se altera la microflora, aumenta el pH de la piel, disminuye el contenido de humedad y de grasas y también la capacidad de retención de agua.
Más del 90% de las personas mayores tienen algún tipo de trastorno de la piel. De hecho, La mayoría de las personas mayores de 65 años tienen al menos 2 afecciones de la piel que requieren tratamiento, y el 10% de las personas mayores de 70 años tienen más de 10 quejas dermatológicas concurrentes.
Sin embargo, es común que quienes padecen problemas en la piel les den a éstos poca importancia, así como sus allegados, cuidadores y profesionales de la salud. Pero la piel es igual de importante que cualquier órgano y por eso hay que cuidarla y prestarle atención, no sólo porque lo que le ocurra puede incidir dramáticamente en la autoestima y el estado de ánimo, sino porque también puede mostrar señales de que algo anda mal en otros sistemas.
Por eso, recomendamos asistir dos veces al año a un dermatólogo para que verifique el estado de la piel, así como:
- Reemplazar los jabones convencionales por jabones con pH ácido.
- Evitar baños largos con agua demasiado caliente.
- Usar siempre hidratantes en el rostro y el cuerpo.
- Usar hidratantes especialmente diseñados para las necesidades de las pieles maduras.
- Lavar y secar minuciosamente los pliegues cutáneos.
- Evitar la exposición prolongada al sol durante las horas de mayor intensidad (10 am a 4 pm).
- Usar siempre protector solar y en lo posible también sombreros o gorras.
- Tomar agua.
- Proteger la piel cuando existen condiciones como la incontinencia, que pueden provocar irritaciones fuertes.