El pH de la piel es la escala que mide su nivel de acidez o alcalinidad e influye directamente en funciones clave como la barrera protectora, la síntesis y agregación de lípidos, la diferenciación epidérmica y la descamación. Una piel sana mantiene un pH entre 4.5 y 5.5, ligeramente ácido. Este nivel natural favorece la defensa frente a bacterias y agresiones externas, además de contribuir a la hidratación y a la capacidad de regeneración.
Si se tiene en cuenta que 7 corresponde al pH neutro, como en el caso del agua, todos los valores inferiores son considerados ácidos y los superiores, alcalinos. Por ello, el pH de la piel se clasifica como ácido.
Factores externos como el estrés o el uso de cosméticos inadecuados pueden alterar este equilibrio. Según la Asociación Dermatológica Japonesa, una alteración en la barrera cutánea provoca un aumento del pH. Esta condición se presenta en enfermedades inflamatorias como dermatitis atópica, dermatitis de contacto, ictiosis, rosácea y acné. Sin embargo, también es una característica frecuente en la piel envejecida y seca, donde el incremento del pH acelera la pérdida de hidratación, debilita la función barrera y vuelve la piel más susceptible a irritaciones y daños externos.
Es importante señalar que no toda la piel del cuerpo mantiene el mismo pH. Las manos, por ejemplo, al estar más expuestas tienden a resecarse con facilidad. En zonas como las axilas o el área genital, al permanecer menos ventiladas, el pH suele alterarse, lo que aumenta el riesgo de manchas, malos olores e incluso infecciones, especialmente si se usan jabones o desodorantes demasiado alcalinos.
En el caso de las personas mayores, la pérdida progresiva de hidratación y la resequedad excesiva favorecen el desequilibrio del pH. Esto puede derivar en afecciones como eccemas o dermatitis, lo que significa que la piel envejecida está naturalmente más predispuesta a alteraciones y requiere cuidados específicos para mantener su equilibrio, reducir la vulnerabilidad y conservar su salud cutánea.
Entonces ¿Cómo se equilibra el pH de la piel de las personas mayores?
En primera instancia, es fundamental utilizar productos de limpieza suaves, con un pH compatible con el de la piel, libres de sulfatos y, de preferencia, en presentación líquida. Bajo ninguna circunstancia deben emplearse jabones para ropa u otros de uso doméstico, ya que son altamente alcalinos y dañan la barrera cutánea. En el caso de la piel envejecida, tampoco se recomienda el uso de agua muy caliente durante el baño, sino tibia, pues el calor excesivo elimina los aceites naturales que protegen la piel.
Asimismo, se debe evitar el uso de exfoliantes, tanto químicos como físicos, ya que pueden generar microheridas y aumentar la resequedad. Lo más recomendable es, al salir del baño, aplicar una crema hidratante diseñada para piel madura, que aporte activos altamente nutritivos y respete sus características particulares.
En Saber Vivir desarrollamos el Kit Cuidado Diario, pensado para hidratar la piel de las personas mayores desde el baño. Este kit reúne tres productos esenciales para una rutina diaria de cuidado personal:
Elderm Jabón Líquido: de uso diario, brinda limpieza extra suave e hidratación inmediata. Elaborado con ingredientes premium de origen natural y pH ácido, garantiza una limpieza efectiva y delicada con la piel madura.
Maxydra: emulsión corporal que restaura y preserva la hidratación en la piel de las personas mayores, donde los hidratantes tradicionales no resultan suficientes.
Maxydra Pies: emulsión especializada en restaurar y conservar la hidratación de los pies, una de las zonas más propensas a resequedad en la edad adulta.
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Fuentes:
El pH en la naturaleza, los humanos y la piel | Asociación Dermatológica Japonesa, 2018
Todo lo que debes saber sobre el pH de la piel | Acofarma, 2020