Edadismo: el problema de estereotipar la vejez

La Organización Mundial de La Salud (OMS) define el edadismo como la forma de pensar (estereotipos), sentir (prejuicios) y actuar (discriminación) con respecto a los demás o a nosotros mismos por razón de la edad. Si bien este concepto es aplicable a cualquier etapa de la vida, afecta principalmente a los adultos mayores. De hecho, esta misma organización afirma que 1 de cada 2 personas tiene actitudes moderadas o sumamente edadistas (estudio de 57 países), y solo Europa tiene datos que incluyen a todos los grupos etarios. 

Los impactos de salud y económicos que alcanza el edadismo se han comenzado documentar hasta ahora, y se han encontrado evidencias de que este tipo de discriminación se relaciona con una muerte prematura (en 7,5 años), con una salud física y mental más precaria y a una recuperación más lenta de la discapacidad en la vejez.

“El edadismo también aumenta las conductas de riesgo para la salud, como llevar una dieta poco saludable, beber en exceso o fumar, y reduce la calidad de vida. En los Estados Unidos de América, uno de cada siete dólares que se gastan cada año en la atención sanitaria de las ocho enfermedades más gravosas se debe al edadismo (US$ 63 000 millones en total)”, destaca el comunicado de la OMS. 

Tipos de edadismo

La Fundación HelpAge International España plantea el edadismo en tres dimensiones: el macro o institucional, el meso o interpersonal y el micro o autoinfligido.

Institucional: La primera categoría aborda comportamientos discriminatorios presentes en prácticas sociales, económicas o de atención médica hacia las personas mayores. Los impactos de estas prácticas son sumamente perjudiciales y se reflejan en la disminución de oportunidades y en la dificultad para acceder a recursos específicos, tales como los financieros, la vivienda o la asistencia sanitaria. Un ejemplo claro sería las complicaciones que enfrentan las personas mayores al intentar obtener un préstamo bancario, así como adquirir un seguro de vida. 

Interpersonal: El nivel meso se evidencia en colectivos y en las interacciones personales, manifestándose de diversas maneras y generando impactos extremadamente perjudiciales en la vida de los adultos mayores, tales como rechazo, marginación, invisibilidad y menosprecio.

Autoinfligido: Finalmente, el nivel micro ocurre cuando se asimilan mensajes y estereotipos negativos, ya sea de manera explícita a través del lenguaje o de manera implícita mediante las imágenes presentes en los medios de comunicación. La internalización del edadismo tiene repercusiones en el pensamiento, las emociones y el comportamiento, y puede resultar restrictiva al influir en la percepción que los individuos tienen de su propia capacidad de manera incorrecta.

Tácticas para eliminar el edadismo

La OMS reconoce que existen estrategias efectivas para combatir o eliminar la discriminación por edad: la implementación de políticas y leyes, la promoción de actividades educativas y la realización de intervenciones intergeneracionales.

Las acciones políticas y legislativas pueden abordar la discriminación y la disparidad basada en la edad, garantizando la protección de los derechos humanos en cualquier contexto. 

Las iniciativas educativas tienen el potencial de fomentar la empatía, desmitificar ideas incorrectas sobre diversos grupos etarios y disminuir los prejuicios al proporcionar información precisa y ejemplos que contradicen los estereotipos. 

Por último, las intervenciones intergeneracionales, que involucran la interacción entre personas de diferentes generaciones, pueden desempeñar un papel crucial en la reducción de prejuicios y estereotipos entre distintos grupos de edad.

Desde una perspectiva personal ¿Cómo puedo evitar caer en el edadismo?

Desde una mirada individual y personal son muchas las formas de ayudar a erradicar el edadismo, comenzando por acciones sencillas como el lenguaje. Se deben evitar las expresiones paternalistas e infantilizadoras de las personas mayores. 

No se debe: 

  • Cambiar el tono y el ritmo de voz cuando nos dirigimos a los adultos mayores.
  • Usar diminutivos como “Juanito”, “Anita” o “Carmencita”.
  • Expresiones con pronombres posesivos como “nuestros mayores”. 
  • Colocar a las personas mayores en un papel menos activo, utilizando expresiones que sugieren que están excluidas de la acción principal como por ejemplo decir: «lo dejamos conducir o no sabe lo que quiere.

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